Machismo vigente

©Gaudencio Rodríguez Juárez

 

Al instrumento utilizado para mantener la dominación masculina se le ha llamado machismo.

El machismo es la distorsión de la hombría; es la caricatura del hombre; engloba el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a justificar y promover el mantenimiento de actitudes discriminatorias contra las mujeres; son prácticas sexistas vejatorias u ofensivas llevadas a cabo contra ellas.

En los últimos siglos, mujeres valientes iniciaron movimientos y acciones que permiten que hoy las desigualdades entre mujeres y hombres sean visibles y que sus derechos sean enunciados. Ha sido una ardua labor, un camino lleno de espinas, transitados en la solidaridad con otras mujeres, y con muy pocos hombres.

Ahora, en pleno siglo 21, las mujeres vuelven a ser presionadas para que dejen de ejercer sus derechos; posturas fundamentalistas y conservadoras toman fuerza para disponer no sólo de sus cuerpos sino también de sus mentes. Generalmente son hombres –aunque también algunas mujeres que responden al paradigma de masculinidad tóxica– posicionados en las instituciones decidiendo por ellas.

Hoy estamos ante discursos que confunden y promueven la dominación de nuevas maneras. Por eso, no es raro ver la desconfianza de mujeres que suelen decir que los hombres se mueven pero no cambian, aludiendo al hecho de que algunos se auto promueven en el discurso de hombre liberado, de hombre nuevo, pero que no obstante, lo único que han hecho es sofisticar sus modos de dominación (a esto se le llama micromachismo, pequeñas tiranías, terrorismo íntimo, violencia “blanda”, “suave” o de muy baja intensidad).

Hoy aparecen argumentos del tipo: “La igualdad entre hombres y mujeres ya es una realidad de nuestro tiempo”; “las mujeres que no se superan es porque no quieren”; “las mujeres son igual de violentas que los hombres”; “las mujeres tienen más poder que los hombres porque tienen la última palabra”; argumentos que tienen como objetivo responsabilizarlas de “su mal desempeño en la sociedad”.

Sin embargo, la realidad es otra: Hay avances en términos de equidad, pero se mantiene la asimetría que redunda en restricción de sus libertades y en el ejercicio de sus derechos, así lo demuestra las estadísticas.

Botón de muestra: el estudio “Las mujeres en Guanajuato” (2008), elaborado por el INEGI y UNIFEM: la tasa de alfabetización es de 88.1% para las mujeres y de 92.0% para los hombres; la composición de la anterior legislatura muestra que 16.7% corresponde a la representación femenina y 83.3% a la masculina (la actual aumentó ligeramente), la totalidad de los secretarios del Gobierno del Estado son hombres y sólo están registradas 2 alcaldesas (4.3%) como presidentas municipales entre los 46 municipios del estado.

Las mujeres profesionistas ocupadas en actividades para el mercado ganan en promedio 56.3 pesos por hora mientras que los hombres ganan 76.5 pesos por hora.

Las mujeres han trabajado mucho para encontrar nuevas formas de estar en este mundo, para encontrar nuevas identidades femeninas, a los hombres nos ha costado trabajo. ¿Por qué? Porque seguimos teniendo más privilegios en una cultura patriarcal, así lo dicen los números reflejo concreto de la realidad.

El machismo perpetúa el poder grande en los hombres y deja el poder chico a las mujeres. Los hombres tenemos la tarea –como sugiere el psicoanalista Terry Kupers– de redefinir el poder de un modo que nos permita sentirnos poderosos sin ser sexistas, ¿te atreves?

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