LAS INCREIBLES MATRIARCAS DE JUCHITAN

Animas (ojala) que sea niña!" Ansiosas, las mujeres aguardan noticias de la parturienta. Cuando al fin aparece la comadrona, un silencio solemne y expectante la rodea. Consciente de que todas las miradas están sobre ella, se da importancia y tarda en hacer el anuncio. Mientras, por lo bajo, siguen los murmullos apasionadamente insistentes; "Que sea niña. Que sea hembrita". Si resulta así, se desatarán desmesuradas expresiones de júbilo, pero si el recién nacido es varón, sólo habrá sonrisas tibias. Es que en Juchitán género es destino.

 

Este poblado de 50,000 habitantes está situado al sur de México, en la parte del estado de Oaxaca ubicada en una delgada franja costera llamada Istmo de Tehuantepec. Cuna de importantes acontecimientos históricos y depositario de la milenaria cultura zapoteca, también alberga uno de los mayores enigmas para la antropología moderna, porque en pleno siglo XXI, en este pequeño rincón de un país definitivamente machista, impera un matriarcado implacable.

 

Llegar ahí es sumergirse en un universo tan femenino que a veces resulta apabullante. En todos sentidos, las mujeres dominan el panorama. Pero no es sólo su presencia, sino su actitud. Con sus generosas caderas echadas para adelante, con su andar altivo, con su orgullo de vestir el hermoso traje que las identifica, con el descaro con que lucen sus ostentosas alhajas, con sus risas francas y sus voces autoritarias, con su incansable trajín. Por el solo hecho de ser mujeres, las juchitecas, o simplemente las tecas, -como se les conoce coloquialmente-son privilegiadas desde que nacen.

 

La dinámica económica y la estructura social en la que viven prácticamente les garantizan su subsistencia y una buena posición en el futuro, sin importar el lugar que ocupen en la escala social. Inmersas en una cultura donde el trabajo femenino es ampliamente reconocido, respetado y remunerado, desde pequeñas aprenden a ganarse la vida y a subsistir sólo a expensas de su propio esfuerzo. Pero estas mujeres no poseen sólo la independencia y la seguridad de quien se sabe autosuficiente, también monopolizan las funciones básicas que requiere la dinámica de su comunidad; son las guardianas de las tradiciones que conforman la identidad juchiteca. El muy apreciado prestigio familiar depende de su persona, ellas construyen las redes comerciales y de solidaridad con las que se mueve todo el aparato económico, administran tanto su dinero como el de sus maridos y en sus casas son las dueñas absolutas. ¿Y los hombres? En el campo, en la pesca, en la fábrica. Y en la tarde en las cantinas, porque se bebe mucho. Hay que aminorar el calor, descansar de la faena y matar el tiempo mientras que sus acaparadoras mujeres realizan todo tipo de actividades hasta bien entrada el anochecer....
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