A la mujer anciana le gustaba sentarse frente al fuego. Ahí contaba cuentos para todos. Ella sabía bien lo que pasaba por los corazones de aquéllos que estaban cerca de ella. Conocía bien las respiraciones: agitadas, demasiado quietas, entrecortadas. Sabía interpretar bien lo que cada quien guardaba en su corazón a través de las respiraciones.
Un día, llegó al pueblo una mujer que había sido maltratada por un hombre. La había lastimado tanto, que su respiración no era profunda, y había dejado hasta de suspirar. La mujer anciana, al sentirla cerca de ella, sintió una gran pena por esta mujer y le pidió sentarse junto a ella.
Con el paso de las horas, la mujer lastimada comenzó a sentirse en casa, acogida y sin miedo. Al fin podía respirar de nuevo, y así lo hizo. Con plena confianza, permitiéndose a sí misma la risa y la tranquilidad que la anciana llevaba a ella. Se sintió a salvo.
Esta anciana se ha ido desapareciendo de nuestras historias. A cambio, tenemos sólo libros, conferencias, amigas. Estamos desaprovechando el fuego que proviene de la edad, de los años vividos, de la experiencia y la sabiduría que una mujer anciana puede darnos.
Te invito a que platiques por este medio una pequeña historia de una mujer anciana a quien admiras.
Yo comienzo por hablar de mi abuela, a quien admiré profundamente. No nos sentamos al fuego, pero sí nos sentamos frente al amor. Tal vez no sabía ella de respiraciones, pero sí sabía por las miradas qué necesitábamos cada uno de mis hermanos. Puedo decir que mi abuela anciana era sabia, intuitiva y muy hermosa.
Comentarios
Buen día Blanca, al leerte me remitiste inmediatamente a mi amiga Anita, somos amigas desde hace trece años, siempre le digo que es mi amiga, mi hermana, mi madre, mi ángel, porque en cada faceta la reconozco, también como tú, nos sentamos alrededor de la amista y el amor, a platicar, a abrazarnos, a disfrutar del silencio, la sabiduría que viene con los años es un regalo invaluable, y no dejó de mencionar que igual disfrutaba con mi abuela que en paz descanse y que cuando tengo oportunidad de ver a mi suegra lo disfruto igual, mujeres fuertes, asertivas, inteligentes, y con un gran corazón.,
Gracias por compartir y hacerme ligera la mañana con este blog.
Paricia Alvarado.