¡HAY VIDA EMOCIONAL EN UN HOMBRE!
© Rosetta Forner
‘Cuando el Príncipe Azul encuentra a su hada madrina, se convierte en un hombre fuera de serie’ -ese con el que todas las mujeres sueñan pero pocas se atreven a mirarle a los del alma y desnudar de toda impostura el sentimiento de su corazón primigenio-.
(F) El príncipe azul que dio calabazas a la princesa que creía en los cuentos de hadas (Zenith).
No todos los hombres son sapos, al igual que no todas las mujeres son damiselas.
A pesar del complejo de ‘príncipe azul’, no todos no degeneran en ‘sapos-sapetes-sapones’. Los hombres que se dejan amar, saben amar y ser amados, ¡existen! Asumo que he dicho en muchos de mis libros que “el Príncipe Azul no existe, y que, además, destiñe”. Empero, hay hombres a los que les impusieron -o lo que es lo mismo, les hicieron creer que ese era su sino y sin alternativa-, o sea, ser príncipe azul, y pasarse la vida besando damiselas que nunca despertarán de su letargo de princesas y, por tanto, jamás se convertirán en reinas ni aprenderán a amar al ser más importante de sus vidas (ellas mismas). A pesar de ello, algunos fueron capaces de superar su complejo, el sentimiento de culpabilidad que le atribuyeron, y su supuesta incapacidad de amar por el hecho de ser genéticamente hombre.
Ambos géneros, hombres y mujeres, pasan por crisis vitales, ansían ser amados, necesitan del reconocimiento y del apoyo de sus semejantes. Les diferencia el género, pero no el ‘alma’ ni sus necesidades emocionales y existenciales.
Algunos hombres saben amar.
Algunos poseen un buen corazón y un alma limpia.
Algunos son honestos, de fiar y proporcionan amor a la mujer que a su vida se acerca.
Algunos han sufrido mucho debido a una culpabilidad o ‘pecado original’ que nunca existió. Con toda seguridad, unas mujeres de rancio corazón y rencoroso sentimiento, debieron inventar, en algún momento de la historia, ésta suerte de ‘venganza de la damisela’. Ahora bien, no beneficia a ninguna de las partes. En el caso de los hombres, muchos se pasan la vida penando y tratando de expiar sus supuestas culpas al tiempo que rondan la torre y permiten que las damiselas (mujeres inmaduras que van de víctimas pues no quieren asumir la responsabilidad de sus vidas) les arrojen chuzos de punta desde la atalaya del desaire y de la venganza herida.
El arquetipo de ‘Príncipe Azul’ es un el de un hombre que está harto de besar damiselas que nunca se despiertan de su letargo existencial, que sólo saben insultarle, malmeterle, rebajarle, así como echarle las culpas de su desastre vital empeñándose en hacerle pagar sus sueños rotos. Empero, nadie nos hace nada que no consintamos. Es desastroso para la dignidad femenina, y por tanto, propio de damiselas el empecinarse en relacionarse con un hombre exigiéndole que le haga de ‘papá’ cuando se es una adulta, con edad suficiente como para asumir las riendas de su vida y responsabilizarse “de con quién, por qué y cómo se relaciona”. Ahora bien, el aceptar tragar con semejantes culpas y responsabilidades ajenas, es de memos en el caso de los hombres. Éstos deberían liberarse de una vez por todas de esas ‘obligaciones’ que no constan en Biblia alguna. Ni ellos son superiores, ni ellas inferiores. Ni los hombres necesitan a una mujer que les haga de mamá cuando ya han dejado de ser niños, ni las mujeres necesitan de un papá cuando ya han dejado la infancia y la adolescencia atrás. Ser mamá o papá es un rol que se tiene durante unos años respecto de los hijos propios. Una vez pasada esa fase de acompañamiento en desplegar la individualidad o las alas, los padres han de retirarse como tales en ese rol y pasar a ser adultos que se relacionan con sus hijos adultos, exigiéndoles que lleven las riendas de su vida y se hagan responsables de sus destinos humanos. Cada uno es responsable de su vida. Por consiguiente, nada de jugar a ‘papás y mamás’ como suplantación de la responsabilidad del vivir, y más asumir las riendas.
Las descalificaciones sobre los hombres son producto a mí entender -basado en mi praxis profesional y experiencia vital-, de las frustraciones de las mujeres y de un no querer asumir su cuota de responsabilidad, Al igual que los machistas y misóginos, ellas han desarrollado un tic disfuncional: el hembrismo, el cual les permite criticar, apabullar, acusar, culpabilizar, ningunear e inferiorizar al hombre en nombre de la propia superioridad que les otorga el hecho de ser genéticamente mujeres, al igual que proceden los machistas y misóginos a los que con tanto ahínco han denostado, criticado y combatido. Los criticaban por envidia no porque discrepasen de sus principios, al menos a mí, me queda claro.
¿Cómo se puede amar a un hombre si se piensa así del colectivo masculino?
Mal.
Ningún hombre de buen corazón debería permitir nunca más que le afeen la conducta, ni que una mujer le diga que no sabe amar, ni aguantar insultos a su dignidad. Les digo lo mismo que les he dicho a las mujeres: ponte la corona y no te la quites ni para dormir, eres lo mejor que te ha pasado.
No deberíamos hablar de ‘los hombres’, sino aislar a los buenos de los malos, igual que aíslo yo a las reinas de las damiselas, porque ni todas las mujeres son iguales ni falta que hace. Una cosa es conocer a alguien que merezca la pena y otra muy diferente enamorarse. Cuando ello no sucede en una o en ninguna de las dos direcciones, ninguno de los implicados es un sapo o una damisela, simplemente no se dio esa magia. Sin embargo, las damiselas parece que poseen ‘el botón del amor’ y en cuanto ven a un hombre lo convierten en “candidato para saciar su hambre emocional”, ergo se encandilan y, obviamente, él debe corresponderlas sí o sí. Imposible. Un hombre no es un muñeco con mando a distancia que se le aprietan botones y ejecuta acciones. Sin embargo, para muchas mujeres no rige más realidad que la suya. Actitud típica de la gente egoísta y narcisista: todo ha de ser según su capricho e idea del mundo, y pobre del que no se ajuste a la ‘realidad por ellas fabricada’, esto es, hombre que pasa por su ‘tela de arañamisela’, hombre que ha de quedar atrapado. Caso contrario, que se prepare para la venganza de las diademas flojas.
No te confundas, que un hombre no se enamore de una mujer, no le convierte en sapo. Por el contrario, irónicamente, sí que hay mucho sapo que se ‘enamora’ de mujeres que, al no darse cuenta de su verdadera naturaleza, le toman por ‘su príncipe azul’. Eso sí, los morros se les quedan hinchados cual sapo inflado al besar a tanto ídem. Hay mujeres que se pasan la vida en una mala relación, con un hombre que ni sabe amarlas ni quiere comprometerse en vez de irse a vivir sus vidas y ocuparse de su felicidad propia.
También hay hombres que aguantan en una relación sosa, fría, con una mujer que no les ama y que, en el mejor de los casos, les hace el vacío. También los hay que se pasan la vida con una suerte de ‘bruja’ o mujer frustrada que sólo sabe criticarles y acusarles de lo mala que es, ha sido y será su vida. El sentimiento o complejo de culpabilidad hace que algunos hombres aguanten lo inaguantable.
‘ACUSISMO Y QUEJISMO’, los dos ‘cánceres’ que matan el amor, y hacen de la vida humana un campo de concentración tipo ‘Siberia’ o ‘nazis’.
Amar es algo hermoso, una aventura divina.
Volvamos los ojos hacia nuestra alma, y dejémonos de acusar a nadie de lo que nos pasa. Tampoco permitamos que nadie nos diga que no sabemos amar o que tenemos la culpa de que no sean felices. No deberíamos asumir la responsabilidad de hacer feliz a nadie bajo ningún concepto. La vida de cada uno de nosotros es responsabilidad propia como su nombre indica.
Los hombres buenos, los metroemocionales, esos hombres fuera de serie, han de rebelarse y mandar a paseo a las damiselas de aflojada diadema.
¡Se acabaron los ósculos redentores!
En lugar de seguir besando sapas que nunca se convertirá en reinas, cómprate un despertador y pónselo a toda mujer que se cruce en tu camino. Así sabrás si es reina o damisela. En vez de la prueba del algodón, queda inaugurada la era de la ‘prueba del despertador’. Si estás adormilado, despiértate antes de salir al amor.
Cómo superar el complejo de Príncipe Azul en ocho pasos y medio.
Paso nº1
Aprende a creer en ti y a valorarte
Mientras no te valores, no dejarás de besuquear damiselas que jamás serán reinas. Por consiguiente, valórate y no se te volverán a hinchar nunca más los morros.
Paso nº2
Averigua cómo te gusta que te amen.
Tenemos con los demás la relación que tenemos con nosotros mismos. Por consiguiente, el cómo te relacionas con los demás o el tipo de relaciones que tienes refleja el cómo te amas y el cómo te odias.
Paso nº3
Se acabó consentir: ‘NO al azulear’, ‘SI a la dignidad masculina’.
Nadie te hace nada que tú no consientas. Por consiguiente, de ahora en adelante, sólo debes permitir que te traten bien y te amen como a ti te gusta que te amen.
Paso nº4
Asume que ‘Amar’ y ‘Rescatar’ no son sinónimos
Sólo tú, y nadie más que tú, estás al mando de tu bienestar emocional. Hacerte feliz y ‘Ser feliz’ es personal e intransferible pues ningún adulto es responsable de la felicidad de otro adulto. Todos sin distinción, poseemos la capacidad de expresar nuestras emociones, cada uno según su propio estilo.
Paso nº5
Haz añicos el techo de cristal emocional.
No todas las lágrimas son el latido de la alegría que da vida a un corazón –cuya contrapartida es la risa genuina que brota de un alma sin trampa ni cartón-, algunas son interesadas y tramposas. Dado que sólo un alma sincera almacena sensibilidad, es primordial que aprendas aprender a diferenciar entre ‘sensibilidad y sensiblería’.
Paso nº6
¡Adiós culpa, adiós!
La mujer que practica el ‘acuseiner y el quejeiner’ no es reina sino damisela de diadema floja, y le amargará la vida a todo hombre que se relacione con ella, además de amargársela a sí misma. Por consiguiente, te usará como cubo de sus miserias emocionales y como diana de sus frustraciones. Si no quieres acabar en el cubo de la basura, ya sabes, la primera acusación tómatela en serio y pon límites.
Paso nº7
Amante si, malquerido no.
Si concilias los opuestos en ti, te convertirás en un ser humano completo y equilibrado, y nunca más serás un ‘malquerido’. Puesto que sólo las personas ‘completadas’ desconocen la inferioridad emocional y la incapacidad emocional.
Paso nº8 Con tu padre te reconciliarás y así desteñirte definitivamente podrás.
Independientemente de los ‘matices’ –éstos son los ‘defectos’, es decir, aquellos aspectos que no te gustan, no comprendes, o con los que no estás de acuerdo -, que tus progenitores exhiban, si quieres fluir en tu vida y aprender a amar de verdad, la interiorización (arquetipos) de tus padres deberás sanear, re-estructurar y depurar. Sin, por supuesto, olvidar, conciliar los opuestos en ti. Ésta, y sólo ésta, es la auténtica iniciación a la madurez existencial.
Paso ‘8 y ½’
Método hadado para no volver a ser el último sapo que alguien besó.
- Le llegó el turno a las preguntas y a la introspección. Ponte las alas, cuando la vida te dé calabazas
- Recuerda que eres lo mejor que te ha pasado.
- Ejercicios “Ponte las alas y cómprate un despertador”:
- 1-Para tratar los miedos y curar las heridas emocionales
- 2- Para aprender a facilitarte la vida.
- 3- ‘Espejo espejito’
- 4- Prueba un mes a considerarte el MEJOR con todas las letras.
© Basado en el libro El Príncipe Azul que dio Calabazas a la princesa que creía en cuentos de hadas.
http://planetadelibros.com/l-87733
LECTURAS RECOMENDADAS:
EL ÚLTIMO SAPO QUE BESÉ (RBA)
PIENSA COMO UN HOMBRE, SIENTE COMO UNA MUJER (ZENITH, PLANETA9
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