En las relaciones humanas donde existe manipulación por parte de uno de los integrantes de un vínculo, una forma práctica de autoevaluarse respecto a esa relación de manipulación con determinada persona -nos estamos refiriendo a nivel afectivo, a nivel laboral, a nivel de las relaciones interpersonales - es ver cómo nos sentimos a través del tiempo en la presencia de esa persona, qué sentimientos nos despierta el contacto diario.
Y si de ese balance, de ese análisis, de esa evaluación, surgen sentimientos de rechazo, de inseguridad, de miedo, u otras emociones negativas que todos tenemos, es como que hay una señal de alarma que se enciende en nuestro interior y que nos está advirtiendo que hay algo anormal en esa relación. Que probablemente nos hayamos dado cuenta hace mucho tiempo, pero que hemos desviado la atención en un intento heroico quizás, de poder salvar el vínculo o de poder mantenerlo.
Y cuando nos preguntamos si estamos conformes con nuestro estilo de vida, con la manera en que estamos cediendo cada vez más espacios, si hay alguna razón que justifique nuestra conducta, allí tenemos que sentarnos a dialogar con nosotros mismos, y lenta, pausada, pero firmemente comenzar a responder a estas preguntas cuyas respuestas únicamente pueden surgir del centro mismo de tu persona, en ese análisis franco, leal, honesto, transparente, imparcial, que tú puedes hacer con lo que sientes y que nadie más que tú puedes saber qué es lo que sientes.
El propio instinto de conservación nos ayuda a que en determinado momento de la vida digamos hasta aquí llegamos, esto así de ninguna manera puede continuar.
Y… aquí hay algunos atenuantes. Porque es muy probable que tú, por alguna razón, te hayas sentido obligado a actuar como lo hiciste hasta el presente; porque nadie se destruye voluntariamente si no está muy presionado por las circunstancias, o por el temor al abandono, o ante la amenaza de una violencia física o psicológica, lamentablemente hoy tan extendida a lo largo y ancho del mundo en el que vivimos.
Pero… a ver si podemos analizar esta situación desde una visión diferente. Es muy probable que el manipulador jamás cambie su actitud. ¿Por qué? Porque él o ella, dependiendo del género, tiene sus propios problemas. ¡Y vaya si son importantes esos problemas! Problemas de inseguridad, problemas que viene arrastrando quizás desde los primeros años de vida y que lo han convertido en un manipulador para poder sobrevivir. Y esa inseguridad y esos propios problemas son los que le han llevado a desarrollar esta forma tan anormal de vincularse y de comunicarse.
Pero aquí lo que más importa es cómo has de enfrentar tú la situación que acabas de descubrir, pero yendo aún más a fondo, la pregunta que debes hacerte es: ¿cuáles han sido los motivos que permitieron que esta relación tan patológica, pueda llegar a límites tan insospechados?
Y aquí hay algo que es muy importante: NADIE PUEDE CAMBIAR A NADIE. Por lo tanto, tú lo único que tienes como camino alternativo es trabajar sobre tu conducta, trabajar sobre tu actitud, que es el único camino lógico que puede redundar en beneficios de aquí en adelante, cuando tú cambies radicalmente esa actitud, reconociendo cuáles son las áreas de tu autoestima donde deberás trabajar con firmeza para poder recuperar, en el plazo más breve, la confianza y el respeto por ti mismo. O sea, rearmar tu autoestima en función de los dos pilares de la misma.
Y para darte cuenta de esto, es muy probable que tengas que retroceder en el tiempo para recordar cuál era el juicio que te merecía tu propia persona, diez, veinte o treinta años atrás. Cómo te veías, de qué te sentías merecedor o merecedora.
Y a pesar de que ese pasado ya lo viviste, y no lo puedes cambiar, sí es posible que encuentres un sentimiento de dependencia emocional por algunos motivos que te hayan llevado a consentir todo tipo de agravios o todo tipo de demandas, a cambio de una supuesta armonía, a cambio de una compañía, a cambio de una seguridad económica, a cambio de afectos, o a cambio de protección.
Lamentablemente hoy, cuando has descubierto en qué tipo de relación estás, te das cuenta que no existió armonía, que no existió seguridad económica, que en realidad no existió afecto y mucho menos protección, porque si hay afecto, o hay amor y hay protección, no puede haber agresión; son contradictorios. Son conceptos que no van unidos, sino que se chocan unos con otros.
Y tú tienes que hacer esta exploración sobre tu historia, lo más objetivamente posible, pero no para buscar culpables sino que tú estás reconstruyendo tu historia personal para encontrar las razones que hoy te convocan y que sientes, desde lo más profundo de tus entrañas, que están clamando por un cambio porque no quieres seguir viviendo de la manera que lo has hecho hasta el presente.
Libérate de las cadenas y escapa de la violencia y de la limitación que han ejercido sobre tu persona. Nadie más que tú lo puede hacer. Haz de tu existencia un espacio de creación, de armonía y de paz. Aún en tiempos difíciles, el encuentro con uno mismo es una hermosa forma de crecer y mirar con dignidad el presente y el futuro.
Dr. Walter Dresel
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