Publicado por Carolina Reyes el 4 de Octubre de 2010 a las 7:00am
Navegando en la red, la revista Contralínea ha llevado el seguimiento sobre el movimiento triqui en Oaxaca, específicamente en el pueblo de San Juan Copala. Las cosas se han salido de control, ya que NADIE, ni el gobierno, ni el Estado han hecho nada al respecto para evitar matanzas, amedrantamiento...yo diría que terrorismo contra este pueblo.Me indigna ya que no es posible que esta gente que no tiene más que su tierra, sus costumbres, su labor en el campo, sus pocos animalitos -que también han sido eliminados de manera brutal- son víctimas tal vez de esta pobreza, cargan con "la cruz" de ser pobres e indígenas, pero sobre todo de vivir en un hábitat que sirve para los más ricos, para la gente sin escrúpulos y son carne de cañón. No podemos cerrar los ojos, ni asombrarnos sólo por los desplazados de otras partes del mundo, no tenemos que ir tan lejos. Desgraciadamente está sucediendo.****Emergencia humanitaria en CopalaAutor: Zósimo CamachoSección: San Juan Copala, Sociedad1 October 2010Luego de casi 10 meses bajo sitio, cayó San Juan Copala. Los paramilitares estrecharon el cerco el 7 de septiembre pasado y en los días subsiguientes ocuparon el centro político y ceremonial de la cultura triqui. Nada, nadie, les impidió tumbar puertas, derribar muros, incendiar hogares, saquear casas. El terror se apoderó de las últimas 30 familias que resistían y huyeron arañando cerros, arrastrando pies, cargando ancianos, apurando niños, cayendo en barrancos. Muchos salieron con impactos de bala. No han sido atendidos por médico alguno. Bajo fuego 303 días, desplazados ahora, invisibles siempre, los triquis que demandan autonomía señalan al MULT y a la Ubisort. Acusan a Amado Ortiz y a Antonio Cruz de estar al frente del asaltoDescalza, Altagracia Fernández de Jesús se esconde entre las piernas de su padre. A sus cuatro años, habla apenas. Su madre, Francisca de Jesús, fue baleada por la espalda el pasado 7 de septiembre cuando intentaba salir de San Juan Copala. Se encuentra en un hospital de Oaxaca. Su hermano, Elías, fue asesinado a los nueve años de edad el 29 de noviembre de 2009 en un salón de clases, cuando los paramilitares tirotearon la escuela. Su hermana, Maribel, no pudo salir del internado de Copala y se quedó en el centro del pueblo. Su padre, Benito Fernández, carpintero de 53 años, con heridas en un pie, es el rostro de la desolación.Casi un cuarto de su vida ha tenido que permanecer escondida en su casa, entre estruendos y sobresaltos. La madrugada lluviosa del 19 de septiembre su padre la tomó en sus brazos; por momentos, debió dejarla caminar entre el breñal mientras él se echaba a cuestas a Jacinta González Guzmán, de 80 años de edad. El hombre algunas veces rodó por el monte con la anciana; otras, con la niña.En ese grupo que huía de “la lluvia de balas” también caminaban Gabino Hernández, campesino de 53 años; Margarita López Martínez, de 45; Cornelio López Martínez, de 51, y Susana López Martínez, de 18. La cuadrilla tuvo suerte: no fue encontrada por los grupos armados.Consigo no trajeron comida, pues ya no tenían. Y en la huida sólo trajeron la ropa que hasta ahora llevan puesta. Atrás dejaron sus casas, huipiles, algunos animales de corral, documentos personales, fotografías familiares, altares, petates, utensilios de cocina, enseres domésticos, ropa…Pero por lo que lloran es intangible. Han sido expulsados del Chuman’a, como ellos llaman a San Juan Copala, el centro ceremonial de los triquis. Se preocupan por sus santos, que quedaron prisioneros en la iglesia, sin las flores y veladoras que son su alimento. Y se les quiebra la voz cuando hacen la cuenta de los años que vivieron ahí: 12, 20, 40, 80, según las edades. Las mujeres que no nacieron en San Juan, pero que se casaron en ese pueblo, podrán dudar de la edad que tienen y el año que nacieron; pero no, del año en que llegaron ni el tiempo que vivieron ahí.—Hay esperanza de regresar a San Juan Copala –dice Cornelio López. Había hablado con fuerza y seguridad. Pero ahora que se ha referido al Chuman’a, donde cultivaba la tierra desde hace casi 40 años, su voz se quiebra.—Primeramente dios –agrega con dificultad–. Uno no sabe; dios sabe…Desde cada casa “prestada”, los desplazados cuentan sus historias, muestran sus heridas. La mayoría de las veces hablan a través de intérprete. La tristeza y la indignación pasan del triqui al español. Explican cómo cada grupo, cada familia, cada individuo lograron evadir a los paramilitares. Todos coinciden en que los disparos que los mantuvieron en sus casas por casi 10 meses arreciaron el 13 de septiembre, cuando los grupos armados tomaron la presidencia municipal.****http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2010/10/01/emergencia-humanitaria-en-copala/El reportaje completo:
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