Desencuentro entre mujeres y hombres

Divorcio, ruptura, conflictos sin solución, violencia, separación, fractura, son palabras cada vez más frecuentes en la descripción de las relaciones de pareja de nuestra época.Hoy, mujeres y hombres encuentran dificultad para dialogar, para tomar acuerdos equitativos, para comprenderse y aceptarse tal como son, sin imposiciones.¿Por qué este desencuentro? Las razones son muchas. Pero una que salta a la vista tiene que ver con el cambio en los roles. O dicho de otra manera: las mujeres ya no son como antes, y los hombres se resisten al cambio.La mujer dedicada exclusivamente al hogar y a los hijos ha ido desapareciendo. Hoy, las características y funciones consideradas naturaleza exclusiva de la mujer, tales como, amor incondicional, ternura, paciencia, sensibilidad, intuición, emotividad, fragilidad, altruismo, etcétera, coexisten con atributos y funciones consideradas masculinas: competitividad, agresividad, fortaleza, empuje, valentía, autosuficiencia, éxito, producción…De ahí que en la actualidad encontremos mujeres nuevas: tiernas, cariñosas y firmes; sensibles e inteligentes; bonitas y triunfadoras; reproductoras y productoras; emotivas y objetivas. Mujeres que saben de lo doméstico pero no es su prioridad; que buscan una relación de pareja como deseo no como necesidad; que piensan en la maternidad pero no como meta única en la vida.Por otro lado, los hombres, en general, siguen siendo los mismos. Se aferran a sus atributos tradicionales. Para ellos sigue siendo de vital importancia mostrarse rudo, agresivo, omnisapiente, racional, objetivo, ecuánime, exitoso, líder, público… El “feo, fuerte y formal”, es un dicho aún cargado de sentido.El desencuentro se gesta en las expectativas que se tejen en la elección de pareja. Todo empieza en la infancia, en la manera de socializar y educar a las niñas y a los niños. En un grupo de entre 8 y 13 años de edad, las primeras describieron las características que les gustaría encontrar en un hombre cuando ellas sean grandes: cariñoso, agradable, inteligente, dulce, que no tome vino ni cerveza, que sea bonito y no feo, alguien con quien se pueda platicar. Los segundos quedaron sorprendidos con lo que escucharon. Ellos creían que lo más importante sería encontrar “un hombre rico, trabajador, valiente y que tuviera una casa bien grandota”. En otras palabras, el estereotipo tradicional: productor, proveedor, protector y potente.Pero más sorprendidas e incómodas quedaron ellas al escuchar que los niños esperaban encontrar una mujer bonita, amorosa, que haga las tareas, lave, planche y haga de comer. Es decir, romántica, doméstica y que exista en función de los demás y no en función de sí. Ellas detectaron la trampa y exclamaron: “¡Ah, eso si que no!”, exclamaron. Los niños no entendieron por qué la reacción de las niñas.Los adultos de hoy parecen estar igual que estas niñas y niños: los hombres no entienden por qué las mujeres no se conforman, por qué exigen respeto a sus derechos, acuerdos y deseos.Ellos siguen creyendo que les toca ser los fuertes en la relación, el protector, la autoridad única, “el pilar de la casa”. Ellas parece no necesitar esto –no siempre, no de la manera en que ellos quieren serlo–, sino que buscan una pareja en toda la extensión de la palabra: un par, un semejante, un compañero; mientras que ellos siguen buscando una mujer frágil, que necesite protección eterna; que acepte una relación vertical, dispareja, que acepte la subordinación; y que sea incondicional y maternal con él.“¿Por qué en esta época una mujer independiente, inteligente, capaz, agradable y bonita no puede encontrar un hombre?”, me preguntó una amiga. “Por eso mismo”, pensé yo. Ellas están viendo al futuro, hacia lo que apenas se asoma. Ellos hacia el pasado, hacia lo que se esfuma. No siempre es así, pero es la tendencia en las parejas que se rompen más temprano que tarde.Necesitamos reconocer y aceptarnos diferentes, para poder convivir como agua y aceite en el mismo recipiente. Juntos pero no revueltos. Nunca podremos ser iguales ni ocupar el mismo espacio, porque somos individuos; indivisibles; independientes. No somos medias naranjas sino naranjas completas, tal vez un poco magulladas, con más o menos gajos, más grandes o más pequeñas, maduras o en proceso de serlo. Naranjas diferentes; agua y aceite conviviendo en armonía.©Gaudencio Rodríguez JuárezPsicoterapeuta / gaudirj@hotmail.com
Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!

Join Retos Femeninos

Comentarios

  • Es curioso como estan educando a los niñ@s de hoy, las mamás siguen educando a los niños de la misma forma con esa mentalidad machista sin embargo a las niñas se les esta dando otra perspectiva.esperemos que las proximas generaciones ya vivan la equidad.
  • que buena informacion en tu articulo, justo el consejo que compartire con un amigo que se encuentra en esta situacion,simplemente me alimentas mucho gracias.
  • Que buen articulo, pues mientras no encontremos ese equilibrio seguiremos con la escala de relaciones rotas en ascendente
  • Excelente articulo, muchas gracias por compartirlo. Ojala que sus ensenanzas las vayamos haciendo parte de un nuevo contrato entre las parejas.
This reply was deleted.