Hay muchas cosas en las que no deberíamos poner nuestra fe: promesas
de dinero fácil sin esfuerzo, vacaciones tropicales sin pago inicial
y en lugares que no hemos visto, y ardides de mercadeo que te
dicen "compre ahora y pague después". Si alguien te hace alguna de
esas promesas, ¡sal corriendo! Sin embargo, existen algunas cosas
en la vida con las que sí podemos contar. Por ejemplo, no
cuestionamos si el sol va a salir y a
ponerse todos los días. Cuando exhalamos, la mayoría de nosotros no
se pregunta ansiosamente si habrá suficiente oxígeno para la próxima
vez que inhalemos. La vida también cambia constantemente, pero la
oración puede darle estabilidad. La paz interior viene de saber que
sea lo que fuere por lo que estemos orando, podemos dejarlo en manos
de Dios. Es importante para Él. No se le va a olvidar ni tampoco me
va a ignorar. Es una profunda confianza en que Dios cuida de mí y
que está obrando para mi bien (Romanos 8:28).
La fe no exige que Dios haga exactamente lo que quiero, ni que lo
haga en eltiempo en que yo quiero. La fe no se retuerce las manos
de preocupación preguntándose si pasará algo con mi petición. Es
normal dudar de vez en cuando; pero cuando las olas de la duda
amenacen con voltear el barco de la fe, recuerda las palabras de
Cristo de que hay que creer y luego recibir.
En resumen: creer calma las olas de la preocupación.
"Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: Una cosa te falta, ve y vende
cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y
luego ven, sígueme. Pero él, afligido por estas palabras, se fue
triste, porque era dueño de muchos bienes. Jesús, mirando en
derredor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil será para los que
tienen riquezas entrar en el reino de Dios! Y los discípulos se
asombraron de sus palabras. Pero Jesúsrespondiendo de nuevo, les
dijo: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!" Marcos
11:21-24.
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