Es bien sabido desde hace ya varios años, que las cifras de violencia contra la mujer en México son causa de alarma en la población, que han llamado la atención de diferentes actores de los sectores de la sociedad civil y también en el medio político quienes han realizado esfuerzos por crear consciencia sobre la importancia de atender a nivel de política pública, judicial, laboral y cultural este tema. Un tema que nos involucra a todos, que debería llamar la atención de todos, hombres y mujeres, de cualquier estrato social. Cabe recordar que alrededor del 51 por ciento de la población de México somos mujeres y tenemos mucho que aportar al país, pero necesitamos vivir seguras, libres y en igualdad de condiciones.
En México, al menos 6 de cada 10 mujeres mexicanas ha enfrentado un incidente de violencia. El 41.3 por ciento ha sido víctima de violencia sexual y, en su forma más extrema, nueve mujeres son asesinadas al día. El 42 por ciento de las mujeres de 15 años y más que han tenido pareja o esposo y el 59 por ciento de las separadas, divorciadas y viudas han vivido situaciones de violencia emocional, física o sexual.
En noviembre de 2018 el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó que de las mujeres que han enfrentado violencia por parte de esposo o novio, a lo largo de su relación de pareja (19.1 millones), en el 64 por ciento de los casos se trata de violencia severa y muy severa.
El tipo de violencia emocional y económica son las más comunes en las relaciones de pareja, sin embargo, un gran porcentaje de mujeres (59 por ciento) sufrió violencia de diversos tipos; caso que se da particularmente entre las que sufrieron violencia física y sexual (casos que son reiterados).
Lo anterior invita a reflexionar sobre los impactos en la vida de una mujer, sobre todo a nivel emocional y económico; por ejemplo, el INEGI estimó que anualmente cada mujer perdió 30 días de trabajo remunerado y 28 días de trabajo no remunerado a causa de la violencia por parte de su pareja. Esta situación podría crear un círculo de codependencia del que las mujeres, cuando no cuentan con la ayuda pertinente, difícilmente pueden salir de él.
En mis primeras publicaciones, mencioné que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) definió un “Modelo de Intervención para el Desarrollo Empresarial de las Mujeres”, el cual está conformado por cinco pilares; el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) ha robustecido este modelo, agregando dos pilares fundamentales para intervenir en el empoderamiento y fomentar la autonomía de las mujeres; estos dos pilares son: 1) Cuidados y corresponsabilidad y 2) Violencia de género. Incluirlos ayuda a crear consciencia entre hombres y mujeres sobre los roles y estereotipos de género, sobre la autonomía en sus diversas dimensiones (económica, toma de decisiones, física).
Vivimos un momento como sociedad que nos obliga a darle la cara a un tema crítico, a ser más tolerantes con las expresiones y posiciones de las mujeres, pero también nos obliga a las mujeres a buscar un cambio de creencias, a ser más seguras e independientes, a confiar más en nuestro valor personal y apoyarnos más unas a otras.
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