Aprendiz de estratega.
- Regla número uno de todo buen estratega –dijo Guerrero-, es analizar al enemigo con el que te enfrentas. Has de conocerle no mejor de lo que se conoce a sí mismo, si no desde otra perspectiva.
- Recuerda que si la premisa de partida es errónea, de nada te servirá realizar un buen análisis. Por consiguiente, pon especial cuidado en hallar, determinar y comprobar que la premisa de partida es la más probable y veraz –dijo Jaguar.
- Un momento, un momento… -les interrumpió Providencia a modo de protesta ante semejante alud de información.- Necesito saber por qué he de conocer al enemigo desde una perspectiva diferente de la que él o ella se conocen a sí mismos, ¿por qué?
- Muy sencillo. Si lo qué conoces de ellos es lo mismo que ellos saben de sí mismos, no podrás predecir su conducta futura, es decir, carecerás de información preferente acerca de sus probables movimientos futuros –respondió Guerrero.
- Sigo sin entender –dijo Providencia.
- Conocer a otro desde otra perspectiva significa observarle desde afuera, esto es, ampliar el campo virtual de información desde los cuatro ángulos al tiempo que se le observa holísticamente, es decir, desde arriba y desde abajo, desde el atrás y desde adelante –añadió Hada.
- Me estáis tratando de decir que he de observar al otro como si estuviese observando a una araña suspendida en el aire… -dijo Providencia más afirmando que preguntando.
- Así es –dijo Hada. – Lo has entendido.
- La gente no suele conocerse a sí misma ni observarse desde ‘afuera’, que sería lo que le proporcionaría el observarse desde otra perspectiva –añadió Reina.
- ¿Por qué no lo hacen? –preguntó Providencia con curiosidad sincera.
- Sencillamente, no consideran que lo necesiten –respondió escuetamente Guerrero.
- No entiendo…- dijo Providencia.
- En un mundo donde rige el pensamiento único la perspectiva no existe, no se considera. Por consiguiente, quién va a usarla si tal y como son o se comportan es lo correcto. Recuerda que se comportan interna y exteriormente acorde al orden prescrito por las reglas del CdR –añadió Jaguar.
- Y, ¿cómo organizo esta perspectiva diferente? –preguntó Providencia.
- Toma nota –dijo Guerrero.
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FÓRMULA PARA ANALIZAR DESDE OTRA PERSPECTIVA:
1-¿Qué es lo que no cuadra, lo qué está distorsionado o es incoherente?
2- ¿Qué es lo que falta?
3- ¿Qué es lo que sobra?
4- ¿Qué es lo que está oculto o disimulado?
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- ¿Qué hago con todo ello? –preguntó Providencia.
- Para empezar, este sencillo procedimiento te servirá para que empieces a recopilar información, al tiempo que comienzas a plantearte paralelamente una serie de cuestiones… -dijo Guerrero.
- Asimismo, de forma inconsciente comenzarás a procesar información que has ido almacenando sin ser consciente de ello ni de que la tenías. Y cuánto más nos centramos en algo, ya sea objetivo, análisis o lo qué sea, más se amplia el campo de recepción de datos con lo que más y mejor información acude a nosotros… comienza a darse una suerte de sincronicidad –añadió Jaguar.
- La fase más importante de todo diseño estratégico es la recogida de información, sobre todo cuando esta fase no es plana, quiero decir con ello que no se limita a la simple recogida de información si no que ésta es producto de una pre-digestión de datos… Es como empezar a tejer un jersey, pero teniendo en la mente la imagen del jersey tal y como queremos que quede… El plano es necesario para ejecutar la casa… ¿Me explico? –preguntó Reina.
- Claramente. Imagino que lo que queréis puntualizar es que la simple recogida de datos no tiene sentido excepto que responda a un plan previo o preconcebido, a una idea, a un plano o bosquejo que la dote de sentido y dirección –dijo Providencia.
- Así es –corroboró Guerrero.- De nada sirve pedir datos si no sabemos para qué los queremos o qué pretendemos hacer con ellos...
- O, porque lo hacemos –añadió Hada.- El propósito es un factor decisivo. Si no nos sentimos motivados, si no estamos comprometidos, nos faltará voluntad y nos sobrará desánimo. Es necesario que sepamos por qué nos ponemos a perseguir un sueño o un objetivo.
- Porque si no, ¿qué haríamos con toda esa información? Uno no se pone a tejer una estrategia sin ton ni son… Si nos ponemos a analizar a alguien o algo, debe ser con un propósito claro –dijo Reina.
- ¿Me estáis diciendo que debo tener muy claro por qué voy a hacer lo que voy a hacer, antes de empezar…? -dijo a modo de pregunta Providencia.
- Exactamente. Si no sabes por qué, difícilmente harás nada –respondió Guerrero.- Las guerras no se inician por que sí, existe un objetivo que condiciona si su consecución pasa por una guerra, un amago de guerra, un tratado o un paseo por las nubes.
- Cuestión de estrategias –añadió Jaguar.- Las cosas no siempre son lo que parecen. El buen estratega no solo ha de conocer muy bien al enemigo si no que, ante todo y sobre todo, ha de ser imaginativo y voluntarioso, es decir, aceptar que ha de arriesgar poniendo en marcha alternativas y anzuelos varios que le ayuden a lograr su objetivo.
- El precio, se ha de decidir si se está dispuesto a pagar el precio que hay que pagar. Muchas veces has de perder batallas para poder ganar la guerra –dijo Reina.- Y esto no es baladí. Gana la guerra el general más astuto, aquel que sabe resistir más y mejor.
- Recuerda: las cosas a veces, no son lo que parecen –insistió Hada.- No hay como hacerle creer al enemigo o al contrincante que te está ganando, para así tu hacer lo que has de hacer sin que el otro se de cuenta. De ahí que te dijésemos al principio que debes conocerle desde la perspectiva que no se conoce a sí mismo.
- La humildad es muy buena consejera. Observarte desde los ojos de otros, aceptar que no sabes, así podrás saber… No importa si los otros piensan que eres una fracasada, o que te has equivocado… El tiempo aporta una perspectiva diferente y, a veces, coloca las cosas en sitios impensables… -dijo Hada.
- Es más, nunca te quedes atrapada en el éxito, analiza cómo fue que ganaste, qué impidió que perdieses. El éxito o logro de una meta has de usarlo como acicate pero no como sillón de atontamiento… -dijo Reina muy seriamente.- Mucha gente logra algo y a continuación se infla como un pavo real, siendo esa prepotencia, que le entra, su perdición.
- Te diré aún más. Nunca desprecies a un enemigo, pues no existe el enemigo pequeño. Nunca sabes qué contactos o ‘qué’ puede tener que haga que esa persona te gane la partida, sobre todo si tú estás ocupada en regodearte de tu supuesta superioridad. En vez de ello, haz que el que se regodee sea tu oponente, y así podrás sacar tajada de su insensatez. Ten presente que los del CdR tienen el ego muy frágil, lo cual les hace fácilmente vulnerables por aquello de que se creen con patente de corso –dijo Guerrero.
- Las creencias que tienen a cerca de sí mismos les vuelven muy vulnerables. Sin embargo, ellos consideran que es todo lo contrario. Toma ventaja de este hecho. Eso sí, inspírate en las técnicas de caza del jaguar: sale de noche, es capaz de quedarse quieto horas esperando el momento propicio… Lo cual viene a ser algo así como: no te importe que los demás piensen que no estás logrando tu meta. Los redileros valoran la rapidez y les priva la satisfacción inmediata, sin ellos saber que ese es su talón de Aquiles –dijo Jaguar.
- Te diré aún más –se apresuró a decir Guerrero-, el general que, finalmente, gana la batalla es aquel que resiste más y mejor.
- Dicho de otra manera –le interrumpió Reina-, es el que logra marearle la cabeza al otro, hacer que se ‘obsesione’ y así mientras está centrado en su ‘mareante obsesión’ no se aperciba de lo qué el otro hace o maquina.
- Traducido –intervino Hada-, “nunca tengas a nadie en tu cabeza sin pagar alquiler”.
- Si te obsesionas con tu enemigo, si no piensas en ninguna otra cosa que en lo que hará o no hará tu contrincante, y además te pasas el día maldiciendo, renegando y quejándote de tu mala suerte por haberle conocido o envidiándole por esto o por aquello otro, ten por seguro que habrás mordido el anzuelo envenenado –concluyó Guerrero-.
- Por lo que te quedarán pocas o nulas fuerzas que dedicar a la inspiración. Y, sin ésta, no se puede solventar situación alguna –dijo Hada.
- Aún hay más –intervino Jaguar-. Una mente repleta de ‘ideas contra el enemigo’ es señal inequívoca de que hemos dejado de ser líderes, es decir, ya no estamos al frente de nuestra vida. Simplemente reaccionamos a lo que el otro hace o deshace.
- ‘Reaccionar’ no es lo mismo que ‘Responder’, esto hay que aclararlo cuanto antes mejor –puntualizó Reina-. ‘Responder’ a la conducta de otro o a cualquier estímulo externo pasa por un proceso de análisis y toma de decisiones, esto es, uno decide si interviene o no, y de ser afirmativo, además decide el ‘qué, cómo y el cuándo’ quiere responder.
- Como ves no es lo mismo –dijo Guerrero queriendo aportar su granito de arena a la diferenciación entre reaccionar y responder-. La diferencia fundamental estriba en que la reacción es una respuesta, al estímulo externo, que no pasa por el proceso de análisis y es a expensas de lo qué uno siente. Si reaccionas a lo qué el otro te hace o dice o deja de hacer o decir, en ese caso, le habrás mordido el anzuelo envenenado. Si por el contrario, te paras a pensar si quieres o no responder a su ataque, y cómo lo harás, en ese caso, estarás respondiendo conscientemente, esto es, serás tu el que llevarás las riendas en vez de ir en un caballo desbocado que es el reaccionar.
- Dicho de otro modo: APRENDE A MANEJAR TUS EMOCIONES. Porque si tú no las lideras, otro las hará, aunque en ese caso, no las liderará si no que las mangoneará. Cuando tu contrincante es quien lleva las riendas de la situación consigue manejar no sólo el tempo y el ritmo de la confrontación si no, lo más importante, tus emociones. Con lo que podrá llevarte al huerto que le dé la gana y a su conveniencia. O sea, ¡que estarás perdida! –dijo Hada enérgicamente.
- Los buenos estrategas mantienen el corazón frío y la cabeza caliente –afirmó Jaguar.
- ¿No será al revés? –preguntó Providencia.
- No –respondió escuetamente Jaguar.-
- ¿Cómo es que según tú es así? –insistió Providencia.
- Te explico –dijo amablemente Jaguar-. El corazón frío es sinónimo de ‘manejo de los estados emocionales’, lo cual significa que uno decide a qué emoción acude en función de la situación a la que se enfrenta. Si me permites usaré un símil: ‘uno se pone el traje más adecuado según el evento, la hora del día, la época del año y la impresión que quiera causar’. Pues así hay que proceder con las emociones. A cierta edad ya las hemos experimentado de todas, por consiguiente, podemos acudir a nuestro inconsciente (‘almacén’) a buscar la más apropiada para cada situación. Reconozco que no es fácil pasar de un estado de melancolía a uno de alegría, por ejemplo. Pero con práctica uno puede llegar a ser bastante competente en esto del manejo de los estados emocionales.
- Y, ¿qué hay de la cabeza caliente? –preguntó Providencia.
- ¡Ah, qué cabeza la mía! – bromeó Jaguar-. Con ello me refiero a que un buen estratega nunca deja de ejercitar sus neuronas. Las mantiene siempre en forma a base de hacerlas pensar, usar la lógica, filosofar, observar, deducir, dudar, creer, convertir. Las neuronas si no se usan se atrofian, pierden músculo. Al usarlas, se consigue estimular la génesis de sinapses, que es lo que de verdad cuenta para tener una mente alerta, despejada, creativa, librepensadora y re-evolucionista.
- Asimismo, un buen estratega, cuando no tiene claro qué hacer, no realiza ningún movimiento –dijo Guerrero.- Más vale quedarse quieto que dar un paso en falso. La quietud es posible cuando las neuronas están entrenadas a pensar.
- ¿Por qué, según tu, es posible? – inquirió Providencia con curiosidad.
- Unas neuronas acostumbradas a ‘pensar’ pueden imaginar y evaluar muchos escenarios en un breve lapsus de tiempo, y eso proporciona tranquilidad y refuerza la confianza que uno tiene en sí mismo. De ahí, que sepa esperar a que se den las condiciones más favorables para actuar. Y, de eso Jaguar sabe mucho –respondió Guerrero.-
- Ante la duda, recuérdalo, es mejor quedarse quieto –dijo Jaguar para reforzar las palabras de Guerrero.-
- El no hacer nada no es sinónimo de ‘ineficacia’. Aunque…, no deja de ser una táctica muy eficaz que, a su vez, puede reportarte muchos beneficios si tu enemigo piensa que te falta brillantez y te sobra ineficacia, miedo y demás tonterías. Hazle creer que eres débil o que estás debilitado o que no tienes suficiente, así podrás actuar por sorpresa –dijo Reina.
- Se dice que ‘la confianza pierde al hombre’ –dijo Hada.- Y, es cierto, lamentablemente. Nunca creas que, tu enemigo, es un cretino aunque se empecine en hacértelo creer. No muerdas el anzuelo. Nunca desprecies a nadie. Acuérdate de que no hay enemigo pequeño. A los redileros les pierde la prepotencia, se les hincha el Ego y con una de pipas se ponen como motos alardeando de que ellos son superiores a los demás.
- Mientras, el enemigo redilero se dedica a hincharse, aprovecha para darle de comer y contribuir a que se hinche más –dijo Jaguar.-
- ¿Cómo puedo hacer eso? –preguntó Providencia.
- Haciéndole creer que eres débil o que careces de recursos, o comportándote con sencillez y humildad. Has de saber que los del redil piensan que todo aquel que se conduce con sencillez lo hace porque ‘no vale o porque carece de recursos’. A los redileros no les entra en la cabeza que la sencillez sea producto resultante de una autoestima muy sana, a prueba de bombas monstruosamente redileras –dijo Reina.-
- Los redileros son unos pretenciosos cuyos logros hunden sus raíces en la mentira, la manipulación y el engaño. A pesar de que tienen asumida su mediocridad, hacen todo lo posible por disimularla. Ellos, que tan poco valen, van por ahí de ‘super-super’. Razón por la cual, cuando alguien no alardea de nada, concluyen que se debe a que no tiene nada de lo que presumir –añadió Jaguar.-
- Los redileros se jactan de ser esto o aquello, de poseer esto o aquello. Y, encima te replican: ‘dime de qué presumes, y te diré de qué careces’ –dijo Guerrero.- Por eso, se cree el ladrón que todos son de su condición. Que ellos sean mediocres, no significa que todos los sean, quieran serlo, puedan serlo o se empeñen en ello.
- Ahora bien, recuerda que a los redileros les puedes engañar haciéndoles creer esto o lo otro. Es harto fácil conseguirlo puesto que a ellos les gusta pensar (premisa falsa donde las haya) que son geniales y que como ellos no hay nadie… Déjales que se ahoguen en su propio ego. Permíteles que se deslumbren con su propia soberbia –dijo Hada.
- Vaya, vaya… esto se ha convertido en una clase magistral de estrategia del arte y la guerra… -dijo irónicamente Providencia.
- Al fin y al cabo, para lidiar con la que se te avecina necesitarás despertar a la estratega en ti –le respondió Reina.
- Sin olvidar, que la vida en el CdR es como un campo de batalla en el que más vale ser astuta y precavida… -añadió Guerrero.
- Ten siempre presente que no existen los fracasos, sólo son resultados que no buscabas –dijo Hada.- Los grandes descubridores, los que han logrado sus metas no lo lograron a la primera de cambio. Lo que les permitió un buen día triunfar fue:
(a) no se tomaron los resultados como fracasos si no como mera información
(b) revisaron el qué y el cómo lo habían hecho
(c) modificaron la ‘fórmula’, lo cual equivale a ser flexibles y no anclarse en el resultado
(d) volverlo a intentar, y repetir los pasos anteriores tantas veces hiciese falta. Muchas veces, tuvieron que hacer diversos ‘reencuadres’, es decir, darle la vuelta a la situación.
- De ahora en adelante tus compañeras de viaje han de ser la flexibilidad, la humildad, la perseverancia, la independencia de criterio, la certeza de que uno puede lograr aquello que se propone, la motivación, y la celebración por anticipado. Uno sabe que lo logrará: tan sólo es cuestión de tiempo lineal el alcanzar la meta –dijo Jaguar a modo de conclusión.-
- Así te será fácil, o menos difícil, enfrentarte a los monstruos del CdR –dijo Hada animosamente.
FUENTE: (c) PÍDEME LA LUNA, Rosetta Forner, Planeta
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