A LEER MAS Y MEJOR A VARGAS LLOSA

Por fin el premio tan regateado llegó. Ya era un clamor dentro y fuera del ámbito de las letras y de la cultura en general.

Porque Sí, el Nobel de Literatura para Mario Vargas Llosa se había rezagado, sobre todo –pensábamos algunos– al comparar su obra con la de varios de quienes han recibido ese galardón literario a lo largo de esta década, poseedores, claro está, de notables méritos, pero difícilmente dueños de un arsenal de obras, variedad de géneros y calidad como ha acumulado el autor ahora laureado.

Así están estamos celebrando el reconocimiento al escritor peruano, que aunque tardío, no sólo es justo sino meritorio y de alta distinción.

La ceremonia previa a la entrega del premio fue conmovedora y ahí el autor de La ciudad y los perros rindió tributo a los libros, a la lectura, a la ficción, a la literatura misma.

Con su discurso nos recordó en esas capacidades que da la literatura a los seres humanos: sentido crítico, aprendizaje social y felicidad.

Y qué acertado fue cuando se pronunció una vez más a favor de la libertad y de la democracia, pues con sus palabras hizo un recordatorio contundente a tantos que en el pasado confundieron ideología con represión, autoritarismo y dictadura.

Cómo no evocar las duras críticas y descalificaciones que supuestas voces democráticas le endilgaron a Vargas Llosa por su verticalidad y congruencia, o cuando se quisieron desvirtuar sus posiciones políticas al acusarlo de filiaciones pro yanquis. Se dijo, incluso, que traicionaba a las causas populares, cuando en realidad esas críticas estaban inspiradas por un socialismo esclavizante y violador de los derechos humanos.

El tempo ha puesto las cosas en su lugar y ahora puede decirse que el genial literato se anota un triunfo más pues a su obra inconmensurable en las letras hay que agregarle su compromiso inalterable con las libertades individuales y sociales.

Es un hombre que se ha entregado plenamente a la tarea de escribir, tras el estudio perseverante y la investigación acuciosa que combina magistralmente.

En cada uno de sus libros hay muchas verdades, sin ánimos moralizantes, pues su punto de partida es transmitir lo que genuinamente es un ser humano: razón e inteligencia, pero también sentimientos, emociones, pasión, como lo comprobó al leer su discurso hace unos días, cuando a momentos se detuvo por su fina sensibilidad, justo cuando reconoció con ternura y gratitud, al borde de las lágrimas, a su esposa Patricia Llosa, lo cual refrendó igualmente sus arraigados valores de feminismo y equidad de género.

Sumémonos entonces a ese aplauso unánime a Mario Vargas Llosa y a su familia- Pero especial propongámonos la grata tarea de leer y releer sus cuentos, novelas, ensayos, artículos, piezas teatrales y textos diversos para entender mucho mejor nuestro presente y futuro como civilización. Sobre todo, para disfrutar su bella e inteligente prosa, que nos llena de experiencias maravillosas, extraordinarias y de excepción.

En otras palabras, inventemos cada quien nuestra propia “Cátedra Vargas Llosa”.

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